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Reseña de la BICI SALIDA VOL. 2 / Cajamarca – Sangal

Por: Carolina Higa
 –Ayer tuve la oportunidad de hacer mi segunda bici salida gracias a TM Travel Cajamarca.
Yo no soy una ciclista experimentada, ni me considero una deportista disciplinada, pero en la vida me tocó practicar natación,  volley y hasta hice una breve incursión en el atletismo… no por voluntad propia. Digamos que tengo una idea de lo que es esforzarse físicamente y mantenerse enfocado mentalmente para conseguir una meta en el mundo del deporte.
La ruta Cajamarca – Sangal es hermosa.
A pocos minutos de la ciudad, nos encontramos en los alrededores del aeropuerto, una zona que siempre me llena el corazón por su intenso verdor, donde se respira vida.
Sigo pedaleando y mientras avanzamos, el aroma de las flores es tan intenso que incluso con mascarilla se puede percibir. El olor de las flores me trae recuerdos de la infancia, esos días en los que esperábamos en casa a que caiga la oscuridad para ver al “galán de noche» o en los que los jazmines, que me llevaban a un mundo de ensueño, quizás por eso, su aroma hoy me recuerda a mi papá y a mi hermana, ya ausentes.
La mañana sigue algo nublada, y entre subidas, bajadas y charcos que dejó la lluvia la noche anterior, voy a avanzando en una ruta que tiene sus sacrificios y sus recompensas: subidas poco pronunciadas, pero reiteradas, acompañan a las bajadas en las que sientes que se te va el alma. Mi cuerpo y mi mente aún no se acostumbran a dejarme llevar por la bici, asumo que es la necesidad de mantener el control para sentirme a salvo, segura.
 
Todos me han dejado atrás y eso parece notarlo una vivaz mamita con sombrero de ala ancha y de copa, que con una linda sonrisa me grita: —“¡De frente señorita!»
El sonido del río me va acompañando en el último tramo de esta ruta, un picaflor y un pajarito rojo conocido como “Putilla», se me cruzan en el camino y me siento bendecida por la Pachamamita. Gracias por darme semejantes regalos mientras pedaleo, lo tomo como una señal.
 
La última subida me venció, me bajé de la bici y la subo caminando. A pocos minutos, la felicidad y la satisfacción me embargan, veo a Pedro Terán quien me espera para que me reúna con los demás compañeros de ruta… he llegado.
Desde mi particular realidad, al final, lo que importa es la energía… lo que compartes, lo que dejas en las personas y en este mundo.
Vayamos iluminando la tierra y los corazones de quienes encontramos en nuestro camino.
Namasté.

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